martes, agosto 02, 2005

Finito y sin limites (I parte)

Habia pensado en contarte un poco mis vacaciones, sí, he estado paradita estos dias con el blog y ya va siento hora de poner cosas la día y pensé voy a contar mis vacaciones!

Prefiero contar un sueño -o no-

Me despierta de mi sueño un sonido seco, un golpe de madera contra otra, son golpes, tres, pausados, secos... toc! resonando por el recinto... toc! el segundo me despierta del todo... toc! el tercero ya me dice donde estoy.

La sala es amplia, cuadrada, tiene cuatro puertas, situadas en el centro de cada lado del cuadrado, permanecen cerradas y en completo silencio vamos despertandonos las personas que estamos en ella, todo mujeres. Recogemos deprisa y en silencio absoluto nuestras colchonetas, doblamos las sábanas y lo depositamos todo en un pequeño armario situado a nuestras espaldas, en la pared de la sala. A pesar de levantarme de dormir estoy plenamente despierta, es como si me diera cuenta alli mismo de mis cinco sentidos de nuevo, alerta todos, sin perderme detalle. Se abren las puertas y entra el aire fresco de la mañana, aire limpio, aire que agradeces. Tras las puertas otro cuadrado, pero esta vez en forma de pasillo. Imaginate un cuadrado más pequeño dentro de otro mayor. En el espacio que queda en el mayor dormían los hombres, todos despiertos ahora y como nosotras, yendo rápido hacia los lavabos antes de emprender la tarea del día. Todos en silencio.

El aseo personal es rápido, consciente de que son varias personas que han de pasar por allí y que a las siete de la mañana debemos estar todos listos, nos apresuramos, pensando en los demás. Es curioso, pero cuando haces las cosas pensando en los demás, la fluidez es algo increible, es como una máquina bien engrasada y que va a las mil maravillas! tan sólo pensando en los demás!. Ese es el espiritu del Dojo.

Son las siete de la mañana, y otro sonido de campana...gong! nos anuncia que debemos estar en nuestro sitio. Voy a por mi 'zafu' y me coloco en el, al igual que el resto de gente. Sigue el silencio, tan sólo roto por algún estornudo o alguien que tose. Pedro nos indica con los golpes de sus bastones la hora de sentarnos, de cara a la pared, posición de loto -o medio loto-, y empieza la meditación.

Alguien dijo: 'Si alguien te pregunta qué es el verdadero Zen, no hace falta que abráis la boca para explicarle. Mostrad todos los aspectos de vuestra postura. Entonces el viento de primavera soplará y hará que se abra la maravillosa flor del ciruelo. Daichi Sokei'.

El zen es simplemente sentarse, el zen es simplemente zazen, la práctica del zazen. Zen significa comprender la esencia del universo; za, sentarse sin moverse, como una montaña.

No nos damos cuenta de lo mal que respiramos hasta que ponemos todo nuestro ser en ello, es curioso, algo que deberia importarnos sumamente, lo hacemos mecanicamente y mal, y nos pasa desapercibido! el zazen es lo primero que me enseñó, a contar mis propias respiraciones, fijandome en como respiraba, con mi columna vertebral empujando hacia el cielo.

Pasados veinte minutos, llega el paseo o kin hin, para desentumecer las piernas, para comprobar que en nuestra vida cotidiana no nos fijamos en cómo pisamos la tierra. Realmente te das cuenta de muchas cosas!. Diez minutos y vamos a desayunar. En silencio. Las cucharillas, las tazas, el olor a pan tostado, a café, a té... sólo en silencio podemos darnos cuenta de todo esto, fué el despertar de mis sentidos el permanecer en silencio. No habría otra forma de controlar a 60 personas si no fuera así!

Llega la hora del dojo, del trabajo en conjunto de todo el zendo, unos nos ocupamos de unas cosas y otros de otras, según hayamos decidido antes de empezar la estancia de tres dias en el monasterio. Este dura una hora. Pasada esa hora, llega el paseo, el poder andar por el zendo, en el interior o exterior, pero siempre con la mente puesta en la práctica del zen. Tras media hora de paseo, vuelta al zendo, mi zafu conmigo y Pedro de nuevo golpea sus baras para indicarnos que empieza la meditación. veinte minutos, inspirando...expirando, notando la tensión en tus piernas y tu espalda, sintiendo la respiración de tu compañero/a, escuchando los pasos del maestro detras de ti en la ceremonia del kyosaku -paf! paf!- sin dejar la sonrisa a pesar del dolor de tus piernas, de tu tensa espalda, sudando, desviandote del pensamiento principal muchas veces, tu propia respiración! veinte minutos -toc! toc!- Kin Hin... diez minutos de desentumecer las piernas, de notar el suelo bajo tus pies como nunca lo has notado, caminando al compás de tu respiración, a un ritmo muy suave, todos a un mismo compás, siguiendo la ruta que marca el cuadrado del zendo, como un baile muy suave y bello en silencio, aunque todo está lleno de sonidos; los pies, las ropas, los pájaros, las respiraciones...-toc!-

Tres dias en completo silencio, compartiendo habitación, comida, baños, casa, momentos... todo en silencio. Ahora, mientras detallaba estos momentos, lo hacia acompañada de la música de Héctor Corcín, Finito y sin limites.

Ah!... igual te aburro con todo esto! Estas ahí en silencio y yo aqui sin parar de escribir mis sueños - o no!- será mejor que lo deje!

Pero mis vacaciones han sido eso, un dejarlo todo a parte, ordenador, la vida estresante, el no parar, por unos dias en la playa, observando los pájaros, a mi misma, mi alrededor, y disfrutándolo mucho. El silencio siempre va conmigo de una forma u otra. No lo parece no? ;)

(continuará...¿? dimelo tu!)

No hay comentarios: