miércoles, mayo 18, 2005

Los laberintos

En agosto hará cinco años que me vine a vivir a Madrid. Hoy he visto un video clip hecho por Jesús Calderón en el que el titulo es 'inside de maze' (dentro del laberinto) y eso me ha hecho recordar cuando me vine aqui, a Madrid.

Me vine conociendo sólo a Jotas, mi pareja, y realmente fué como entrar en un laberinto. Al principio me sentí muy perdida, yo venía de una ciudad donde todos nos conocíamos, donde tenía y tengo a mis amigos, y esto de empezar de cero me fué muy complicado. La gran ciudad llega a comerte. La soledad era interminable y por más amigos que me buscaba no los encontraba. Me fué difícil adaptarme. Solo tenía a mis queridos amigos virtuales, que tanta compañia me han hecho durante mucho tiempo. Ahí surgió la idea de hacer radio, pues mi sobrino enfermó y el se conectaba al chat para oirme. Era el único modo de hacer algo por el, estando tan lejos.

Luego llegó Isabel, mi amiga del alma aqui en Madrid. Ella me ayudó a 'adaptarme' a esta ciudad. A quererla un poquito más y a no verla como un tremendo laberinto.

A ella y a Jotas les debo horas de paciencia y comprensión conmigo.

Ahora valoro una amistad profundamente. Mi timidez no me ayuda mucho, pero poco a poco, va saliendo la persona alegre que vino con todas sus ilusiones.

Mis amigos son contados, pero los que lo son, los quiero con toda mi alma. Si tu lees esto, puedes considerarte mi amigo, pues pocos saben de este lugar, y si has llegado hasta aquí por casualidad... encantada de conocerte :)





1 comentario:

Anónimo dijo...

Te entiendo, aunque pienso que el infierno, o el laberinto, lo llevamos nosotros mismos dentro. Yo también soy de fuera... ya casi cuesta recordar en cuántos sitios he vivido, y no puedo negar que, de vez en cuando, echo en falta una roca a la que atarme. Madrid, como dijo una buena amiga una vez, es una vieja puta, que de normal cobra caras sus sonrisas... pero de vez en cuando se le escapa alguna gratis. Madrid es dura de vivir, pero fácil de querer. Madrid nos torpedea a diario con sus coches, su ruido, su prisa... y de repente, te acaricia con un tranquilo domingo mientras paseas por cualquiera de sus parques. Madrid es cara y tacaña... salvo cuando te regala una sonrisa, escondida tras una esquina, que te asalta como un ladrón de malas caras, y te deja indefenso. Madrid es dura y fria, excepto cuando te regala un atardecer de otoño, tejido de Rosa contaminación y de melancolía. Incluso su gris otoñal, a lo Gotham City, te regala un café mezclado con gotas de lluvia que resbalan por un cristal.

Madrid es Madrid, pero no deja de ser Madrid.

Un Saludo desde el Infierno.

V.